98.- “'Entra, has encontrado tu
casa”. Así llegó Camoens a la vida de José Saramago en 1995, coincidiendo con el
momento en que el ministro de Cultura de
Portugal, le anunciaba que le habían concedido el mayor galardón literario de la
lengua portuguesa: el Premio Camões.
Este perro de agua negro y de corbata
blanca, era tan solo un cachorro abandonado cuando se acercó a la puerta de Saramago.
Gracias a él, este animal dulce y noble tuvo todo lo que no tenia: nombre,
cariño y hogar. Desde entonces se convirtió en su gran amigo e inspirador.
El Nobel y su esposa convivían
con dos perros más en su casa de
Lanzarote: Pepe, un caniche con una
mancha negra y Greta, una hembra Yorkshire, todos recogidos de la calle.
En vida, ya Saramago hablaba de este animal, de sus achaques por la
edad, de sus compañeros Pepe y Greta que ya partieran al paraíso de los perros. Camoens, con su
lento caminar, su artrosis y casi ciego,
partió el pasado mes de agosto.
“Encuentro en los perros más
humanidad que en los hombres”, dijo José Saramago en 2003, y esta frase envuelve en gran medida una
filosofía de vida y un enorme respeto por los animales. El ejemplo claro de
ello fue este fiel e incondicional compañero durante muchos años
Cuenta la viuda del autor: Cuando Camoens regresó a casa tras la muerte
de José Saramago, no pudo aceptar la ausencia. Estuvo intranquilo durante el
día, pero cuando llegó la noche y no vio al dueño ni en la cama ni en el sillón
que habitualmente ocupaba, cuando una y mil veces recorrió el espacio entre las
dos habitaciones, cuando entendió que el dueño ya no estaba ni iba a estar, que
eso es la muerte, aulló, gritó, se desgarró en un dolor que describirlo araña
el alma. No bastaron abrazos para consolarlo, ni palabras cariñosas: iba y
venía de un lugar a otro en una carrera que partía el corazón, gemía con dolor
humano. Por eso, un amigo que estaba en casa y vivió la noche, tituló al día
siguiente su columna periodística: “Camoens llora por Saramago”
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