martes, 8 de septiembre de 2009

47º- Magdalena del Carmen Frida Kahlo Calderón, mejor conocida como Frida Kahlo (1907 - 1954) fue una destacada pintora mexicana que comenzó a pintar tras un accidente que la dejara postrada durante largo tiempo.
Su estilo personal, ingenuo y profundamente metafórico al mismo tiempo, deriva de su exaltada sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida, teñida por el sufrimiento que comenzó con la poliomielitis que contrajo en 1913 y continuó con diversas enfermedades, lesiones, abortos, accidentes y operaciones.
Fue pareja de Diego Rivera y a ambos les gustaban mucho de los animales, lo cual dejó Frida reflejado en muchas de sus pinturas (monos, venados, loros y perros).
Todos sus animales vivían en la Casa Azul (Coyacán, México) donde nació, vivió y murió la artista, el 13 de julio de 1954. Aunque al casarse con Diego Rivera vivió en distintos lugares en la Ciudad de México y en el extranjero, Frida siempre regresó a su casona de Coyoacán.


Adoptó y pintó la raza itzcuintle, especie canina propia de México y Centroamérica (también conocido como Perro Pelón Mexicano) ya que la pintora siempre manifestó una estrecha relación con las tradiciones populares de México.
Su casa de Coyoacán fue transformada en Museo que lleva su nombre. en 1958, cuatro años después de la muerte de la pintora. De hecho se convirtió en museo porque tanto Kahlo como Rivera abrigaron la idea de donar al pueblo de México su obra y sus bienes.
En la Casa Azul, que data de 1904, también vivió Diego Rivera largas temporadas. El muralista acabó comprando la casa al pagar las hipotecas y deudas que Guillermo Kahlo, padre de la pintora, había contraído debido, entre otras cosas, a los múltiples gastos médicos generados por Frida después de su accidente, que endeudaron a la familia.
Desde la muerte de Frida la atmósfera del lugar permanece como si Frida habitara en él.
46º- Posiblemente pocos sepan quién es Wenka. Pues piden la libertad para ella. No es ninguna delincuente. Es una chimpancé que lleva 55 años sufriendo torturas.
No se conoce su rostro, porque aún no se ha publicado ningún registro fotográfico de ella pero se sabe que está en los sótanos del Centro de Primatología de Yerkes, (Universidad de Emory, en Atlanta, EUA).
Aunque ella no sepa contar los días y los años, ha conseguido sobrevivir todo este tiempo, luchando desesperadamente por su vida, tras más de medio siglo de tortura.

Wenka trajo varios hijos al mundo pero se los arrancaron horas después de su nacimiento, y nunca consiguió tenerlos junto a ella y demostrar su cariño como madre. Entre las centenas de inyecciones que recorrieron sus venas con todo tipo de sustancias que alteraban su metabolismo, ella ha conseguido sobrevivir. Wenka tampoco sabe lo que es el cariño y no recuerda los dos años que vivió, tras su nacimiento en otro laboratorio (en Orange Park, Florida).

Wenka ha vivido prácticamente toda su vida en un laboratorio siendo tocada por guantes sintéticos, nunca por el calor de una mano desnuda. Conoció el dolor en todas sus formas posibles. Ya, en el primer día de su nacimiento, fue arrancada de su madre, e hicieron con ella la primera experiencia en un cuarto oscuro, donde eran estudiados los defectos de la visión humana.

Wenka está sola. Solo nos tiene a quienes desde fuera contemplamos con horror lo que los humanos hacen con otros seres, torturando sin misericordia a inocentes durante toda una vida y sin el menor remordimiento.

El Proyecto Gran Simio que lucha por el retiro de todos los chimpancés internados en centros de tortura y su traslado a santuarios, están pidiendo que Wenka sea liberada de forma inmediata y trasladada a un lugar de acogida donde acabe por fin su sufrimiento. Sólo así podrá tener una oportunidad de pisar la tierra, conocer la luz, las estrellas, el sol, el aire de la mañana, el olor de las flores, sentir el calor del cariño y la comprensión de sus compañeros evolutivos… en fin… que le den su libertad antes que sea demasiado tarde.
El Proyecto Gran Simio pide que se escriba – en cualquier idioma – al Presidente de la Universidad de Emory, Dr. James W. Wagner, y se pida que envíen a Wenka a un Santuario, que le den la libertad antes que sea demasiado tarde.
Aprovechemos para pedir por tantas y tantas Wenkas que existen en los laboratorios...