miércoles, 5 de agosto de 2009

36º- Tras el mortal impacto del Titánic contra un iceberg el 14 de abril de 1912, un enorme perro de raza Terranova negro que pertenecía a un oficial de la nave, el escocés William Murdoch, ladraba desesperadamente por las heladas aguas. Los pasajeros confusos y exhaustos por las temperaturas tan bajas, eran ya incapaces de pedir auxilio.
Rigel, que así se llamaba el Terranova nadaba delante de los botes salvavidas. Al ver un barco, comenzó a ladrar furiosamente para alertarlo. Al verle, dieron la orden de parar las máquinas y aminorar la marcha.
Fue entonces cuando Rigel guió los botes a través de la oscuridad hacia la salvación. Una vez realizado el rescate y que también él mismo se encontraba a bordo, permaneció en cubierta mirando el mar y ladrando, hasta que la tripulación se lo llevó para darle comida y atención médica.
La existencia de este perro jamás ha sido probada. Pero en su día, muchos medios se hicieron eco de esta noticia, basada en el testimonio de Jonas Briggs, un marinero del buque Carpathia (primer barco en llegar al lugar del naufragio a buscar sobrevivientes). Relata la conducta heroica del un perro que habría ayudado a rescatar náufragos. Sin embargo, quizá Rigel sólo buscaba a su dueño... y es que un perro puede ser héroe todos los días, incluso cuando no tenga la oportunidad de demostrarlo.