jueves, 16 de julio de 2009

22º- El 6 de abril de 2005 falleció el Príncipe de Mónaco Rainiero III. Fue hijo de Príncipes y siempre estuvo rodeado de gente importante. Pero en el lecho de muerte, lo que son las cosas, pidió que su perro le acompañara en su entierro.
Odín, de raza Korthals-Griffon, fue un regalo del Consejo de la Corona a Rainiero con motivo del 50 aniversario de su llegada al trono (1999)

...Y allí estaba, confirmando que su dueño no se equivocó al quererle tanto. Evidenciando que hay vínculos que no los rompe ni la muerte.
Cuando el cortejo fúnebre partió rumbo a la Catedral, Odín le seguía. Sirvientes del palacio guiaban al fiel amigo del monarca con correa negra en señal de luto. Aunque el peor desconsuelo seguro que lo llevaba en su alma y en aquellos ojos que miraban al frente. Su humildad y discreción hicieron que pasara desapercibido para la mayoría de los asistentes. Pero Odín, después de brindarle sus seis años y medio de vida, por supuesto que estaría con su amo hasta el final. No sé qué puede estar pasando por la cabeza de un perro en esos momentos. Pero lo que sí sé es que nada lo perturbaba: ni los tambores, ni las cornetas, ni los cañonazos…

…nada.

Quizá pensaba que un pueblo puede sustituir pronto al Príncipe, pero él… él nunca podría sustituir a su Príncipe. Es una ausencia tan grande…
No le permitieron la entrada en la Iglesia. Quizá no lo consideraron digno por ser un animal, a pesar de dar testimonio de nobleza… pero de esa otra nobleza que no se reconoce por el número de patas, que no se lleva ni en la ropa ni en la sangre sino en el corazón.
Pasarán los días y las noches y su amo no vendrá a acariciarle la cabeza, ni a jugar con él. Lo buscará por el jardín, las habitaciones, en su cama vacía… por todos aquellos lugares que disfrutaron juntos y no estará… Sentirá que le falta todo.
Pero no le faltará de nada. Otras manos se ocuparán de él aunque no sea lo mismo. No le ocurre eso a cientos de mascotas que, al morir sus amos, van a parar a la calle o con suerte a algún refugio.
A cuántos ancianos han descubierto muertos gracias a los incesantes ladridos de su compañero porque están solos, únicamente se tienen el uno al otro…

Una mascota querida es algo indescriptible. Son tantas cosas a la vez…

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