domingo, 4 de julio de 2010

Se ha ido José Saramago (...aunque no del todo).

67.- Nos ha dejado un gran escritor, periodista y dramaturgo portugués, ganador del Premio Nobel de Literatura 1998. La Academia Sueca destacó de él su capacidad para «volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía". Yo destaco de él el deseo de un mundo de respeto, más justo con las personas, pero también con los animales.
En el año 2009 el escritor publicó un artículo sobre el curioso caso de la elefanta Susi del Zoo de Barcelona, que estaba sola desde el fallecimiento de su compañera Alicia debido a problemas graves de salud.
Susi soportó que los responsables del Zoo dejaran toda la noche el cadáver de Alicia en el recinto, al lado de Susi. La soledad y la tristeza de la elefanta se reflejaba en su aspecto deprimido y en su comportamiento, tanto que llegó a preocupar su vida, ya que además se movía en un espacio muy reducido.
Se planteó la idea de trasladar a Susi para que viviera en semi-libertad junto otros elefantes y así poder rehacer su vida, pero finalmente para que no estuviese sola (ya que los elefantes son animales gregarios y, por lo tanto, es aconsejable que estén en compañía, se socialicen y mantengan la estructura social de matriarcado característica de esta especie) se optó por traerle una nueva compañera: Yoyo, una elefanta africana de 39 años, poniendo así fin a la soledad en la que vivía Susi desde la muerte de Alice, la otra elefanta africana fallecida a principios de 2008.
La últimas noticias que tuve es que la instalación ha sido remodelada y ampliada y poco a poco se recreará el espacio natural de la sabana, hasta tener una superficie de unos 10.000 metros cuadrados lo que se enmarca en la renovación integral del zoo del parque de la Ciutadella.
El artículo dice así:
Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo. No debo ser el único que piensa así, pero me arriesgo a recibir la protesta, la indignación, la ira de la mayoría a los que les encanta ver animales detrás de verjas o en espacios donde apenas pueden moverse como les pide su naturaleza. Esto en lo que tiene que ver con los zoológicos. Más deprimentes que esos parques, son los espectáculos de circo que consiguen la proeza de hacer ridículos los patéticos perros vestidos con faldas, las focas aplaudiendo con las aletas, los caballos empenachados, los macacos en bicicleta, los leones saltando arcos, las mulas entrenadas para perseguir figurantes vestidos de negro, los elefantes haciendo equilibrio sobre esferas de metal móviles. Que es divertido, a los niños les encanta, dicen los padres, quienes, para completa educación de sus vástagos, deberían llevarlos también a las sesiones de entrenamiento (¿o de tortura?) suportadas hasta la agonía por los pobres animales, víctimas inermes de la crueldad humana. Los padres también dicen que las visitas al zoológico son altamente instructivas. Tal vez lo hayan sido en el pasado, e incluso así lo dudo, pero hoy, gracias a los innúmeros documentales sobre la vida animal que las televisiones pasan a todas horas, si es educación lo que se pretende, ahí está a la espera.

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