domingo, 27 de junio de 2010

El Milagro del Gallo y la Gallina

61.- Cuenta la leyenda que entre los muchos peregrinos compostelanos que hacen alto en esta ciudad para venerar las reliquias de Santo Domingo de la Calzada, llegó aquí un matrimonio alemán con su hijo de dieciocho años llamado Hugonell, procedente de Ad Sanctos (Xanten en la diócesis de Münster, pero hasta 1821 del Arzobispado de Colonia).
La chica del mesón donde se hospedaron se enamoró del joven Hugonell, pero ante la indiferencia del muchacho, decidió vengarse. Metió una copa de plata en el equipaje del joven y cuando los peregrinos siguieron su camino, la muchacha denuncio el robo al Corregidor.
Las leyes de entonces (Fuero de Alfonso X el Sabio) castigaban con pena de muerte el delito de hurto y una vez fue prendido y juzgado, el inocente peregrino fue ahorcado.
Al salir sus padres camino de Santiago de Compostela, fueron a ver a su hijo ahorcado y, cuando llegaron al lugar donde se encontraba, escucharon la voz del hijo que les anunciaba que Santo Domingo de la Calzada le había conservado la vida. Fueron inmediatamente a casa del Corregidor de la Ciudad y le contaron el prodigio.
Incrédulo el Corregidor contestó que su hijo estaba tan vivo como el gallo y la gallina que él se disponía a comer.
En ese preciso instante el gallo y la gallina saltando del plato se pusieron a cantar.
Y desde entonces se dicen los famosos versos:
“SANTO DOMINGO DE LA CALZADA, DONDE CANTO LA GALLINA DESPUÉS DE ASADA”
En recuerdo de este suceso se mantienen en la Catedral un gallo y una gallina vivos durante todo el año. Siempre son de color blanco y proceden de donaciones de devotos del Santo, cambiándose las parejas cada mes. El resto del tiempo permanecen en un gallinero que la Cofradía de Santo Domingo mantiene en su domicilio social.
Frente a esta hornacina que se construyó hacia 1445 y debajo de una ventana románica se conserva un trozo de la madera de la horca del peregrino.
En el Archivo de la Catedral se conserva un documento de 1350 con indulgencias que 180 Obispos conceden "a la Catedral de La Calzada, donde hay un gallo y una gallina blancos, a quienes devotamente giren en torno al sepulcro del Santo, recitando el Padrenuestro, Avemaría y Gloria".

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