
Tenía una pobre opinión de las mujeres, quizá por eso no se casó, o mejor dicho, ninguna trató de casarse con él, lo cual, probablemente, es una muestra de que estuvo rodeada de mujeres suficientemente inteligentes.
Su vida estuvo marcada por fracasos profesionales, un desengaño amoroso con una corista, un largo proceso judicial, la enfermedad y su carácter taciturno. Todo esto lo llevó a sufrir algunos problemas, pero sobre todo a infligir también un considerable dolor a las personas que lo rodeaban.
Sin embargo quedaba una parte sana en su corazón: amó tiernamente a su perro de lanas Atma ("alma del mundo" en sanscrito). Con él daba su paseo diario. Tanto lo amaba que hasta lo incluyó en su testamento.
Fue quizá su único gran amor, y al menos en este caso, fue sincero y correspondido.